lunes, 18 de junio de 2018

EL BOSQUE Y EL PUEBLO


Ha venido J en plan ordeno y mando. Me recrimina, entre otras cosas, por haberme deshecho de una especie de mesilla que había en el puesto, toda jodida, astillas y clavos –y, sobre todo, mugre. La espiacé contra unas rocas desde lo alto la torre.
-Y la silla giratoria que traje yo, qué, ¿esa también la vas a tirar?
-No, ahí está la silla, bastante cochina por cierto…
J encarecidamente me ruega que vigile el pinar enorme que hay bajo la torre –una masa entremezclada de castaños, robles y helechos, que debían ser especies originarias antes de que repoblaran- , “la joya de la zona, reserva natural”…
-Como se queme algo, nos matan los del pueblo.
Eso me convence más que todas sus reconvenciones anteriores.
Tampoco yo me imaginaba que hubiera aquí esta extensión de bosques. Al atardecer desciendo la pista de kilómetros que baja de la peña, un camino verde y sombrío, húmedo todavía, que contrasta con el pueblo, naranja y como aplanado. Es el más lejano de la provincia de Madrid, tocando ya con Toledo…
Está todo dios en la calle principal, en un patio junto a un bar, donde han colocado una tele frente al paredón para ver el fútbol. Miradas detenidas, fichando al forastero. ¿A que tanto mirar, la gente de los pueblos? ¿Qué pasa?, ¿es que no hay carreteras para ir y venir?
El caso es que todos los que han subido hasta arriba han sido encantadores, alguno hasta me ha traído melocotones, como a un diosecillo de la montaña. Pero aquí abajo…
Tengo que reducir y pasar despacio porque hay un tío en medio de la carretera. No se quitará, no. Viste camisa y pantalones negros y hace una finta desganada, torera, al paso del auto.
Entre los callejones asoma la torre de una iglesia. A la salida bares y restaurantes cerrados, con letreros de se vende. Palmeras pequeñas y artificiales de melena lacia. Una gasolinera como de juguete. Unos columpios. Mujeres morenas sentadas en sillitas frente a una nave también cerrada. Algunas pintadas: “Vivan los quintos de 2017” (¡!). Todo de ladrillo rojo en la tarde roja como si el pueblo se hubiera levantado en el polvo esta misma tarde y con la noche fuera a desaparecer.


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