martes, 5 de junio de 2018

CUATROCAMINERA


Estaba intentando sacar aislada a la gitana de las flores, pero es imposible porque todo el rato pasa gente. ¿Es la misma que estaba en Cuatro Caminos hace tantos años, cuando llegamos a Madrid? Parece la misma, pero tiene que ser la hija –en cualquier caso Egipto puro. Siempre me gusta volver a mi barrio de entonces, esa calle tan larga que atraviesa la glorieta hacia el norte, Bravo Murillo, ejemplifica para mí lo mejor y lo peor de la ciudad, el anonimato pero también el abigarramiento, el movimiento, la diversidad… En la avenida los grandes autobuses, el mercado, los kioskos, ruido de motores y olor de gasolina. En las callejuelas a los lados, tabernas y casas como de pueblo, las montañas al fondo… Calles de Tablada, Almansa. Los domingos recorriendo Bravo, buscando un cine que nos dejaran pasar. Mayores de 18. Stgo incluso inventó una hermosa denominación, al tiempo despectiva y cariñosa: “un bravo”, “es muy bravo”, “qué peña más brava” –bravo: habitante de aquellos parajes que hoy son Babilonia. Ya entonces tenía algo de agotadora avenida sudamericana. Los desaparecidos cines ejecutaban una doble moral, porque entre semana pasaba todo cristo. Pero los domingos debía de aparecer la inspección… Pero gustaba recorrer aquella calle, orientación norte/norte… Yo ya me he curado algunas depresiones calle arriba y abajo, sólo con ver al personal. Al llegar a Pza Castilla la calle traza una ligera curva nor/noreste, de donde se mantenía un hilo para el exiliado, no estaba cerrada la vuelta. En la Ventilla rebaños y tiovivos. Para mí es la verdadera entrada a Madrid, tras el mareo de las circunvalaciones empieza a pulular la humanidad y en las fiestas de julio pasas bajo guirnaldas de luces. Debo de tener por ahí afotos pero mejor enlazar a Moris, el rockero argentino, que le dedicó una buena canción: La ciudad no tiene fin.

La ciudad no tiene fin - MORIS - YouTube


https://www.youtube.com/watch?v=plfXLQ2pMLw

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