Ha muerto el cura/novelista Martín Vigil. En realidad murió hace casi un año, pero es ahora que Luis Antonio de Villena, rescatador y necrólogo de personajes fantasmáticos, saca un obituario del cura/escritor (en este caso la barra es una disyuntiva pues MV dejó de ser una cosa para ser la otra, le exclaustraron o como se diga).
Entre las novedades del rastro Betel descubro una vieja novela de Martín Vigil, Una chabola en Bilbao… novela que permanece olvidada y por la que no tengo que darme de hostias como con otras primicias editoriales. Es que Vigil vendió en sus mejores momentos, años 60, millones de ejemplares, y todavía das una patada a una piedra y salen de debajo chabolas y Sexta galería y La vida sale al encuentro, Los curas rojos, Un sexo llamado débil, El rollo de mis padres…
A raíz del artículo de Villena buceo por las necrológicas y recordatorios de Martín Vigil en Internet, aunque no me queda finalmente muy claro si a Vigil le echaron de cura por ser escritor famoso y librepensador o por rojo o por homosexual (pero esto último no me pega).
Da igual. Martín Vigil tiene todas mis simpatías, a pesar de que, después de la chabola en Bilbao, no me quedaran ganas de leerle para los restos. Vigil iba de un rollo interior y agónico, la corriente de conciencia de raiz joyceana queriendo escarbar en un mundo que anticipaba a Eloy de la Iglesia.
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