sábado, 9 de marzo de 2013

TEN YEARS AFTER

Ya lo sé que la nostalgia no se lleva, y sin embargo... quiero recordar los diez años de publicación, por estas mismas fechas,  de “Las calles del aire”. Lo hago por varias cosas 1) porque me da la gana 2) porque publicar un libro en Spain es como poner una pica en Flandes 3) porque redescubro –buscando en los viejos baúles del ayer, como hacía Baroja, aunque ahora sean baúles informáticos- el texto de presentación que leí, o mejor balbuceé, en la presentación de la Fnac, secundado por Mariano Serrano, aguerrido editor, y por un Lorenzo Silva aún no planetizado… Me gusta este articulito que me parece muy verdadero y muy sentido y que ahora mismo, ten years before, sería incapaz de redactar. Parece obra de otro yo... Ahí queda, para el recuerdo. 
 

 
Un taxista opinaba el otro día en una encuesta que España se divide en dos a partir de la glorieta de Atocha. De Atocha para arriba, la España rica y europea. De Atocha para abajo, la España pobre y paleta.
Yo no creo en la precisión matemática de tales definiciones, pero lo cierto es que esta es una novela del Madrid de Atocha para abajo.
Es también la historia de unos barrios que van desapareciendo, barrios de casitas bajas, desmontes y fábricas arruinadas, barrios que yo conocí hace muchos años y en los que traté a gentes como el Kim, el Chato o Gerardo, personas a quien quise mucho y de las que aprendí muchas cosas. Sin ellos no habría sido posible esta novela.
Eran gentes que tenían una relación con la ciudad entendida en parte como naturaleza, con toda la dureza que eso implica. Gentes que hacían su vida a la sombra de una higuera o al calor de una hoguera.
Yo entiendo que las cosas cambien y que la gente viva mejor, aunque no sé muy bien si vivir mejor es pasarse cincuenta años trabajando para pagar las letras de un piso.
En cualquier caso, para un escritor es triste que la ciudad y sus habitantes vayan uniformándose y perdiendo su personalidad. Esta novela, como su título indica, es una novela de la calle. Ahora también se ha perdido el concepto de calle como lugar de encuentro, y la calle se ha convertido en un lugar de tránsito, la distancia más corta posible entre dos puntos.
Yo creo que eso no puede ser bueno para la literatura. Las historias nacen del contacto entre las personas. En este sentido, Las calles del aire también es anterior a la realidad virtual. Si sus personajes usaran el teléfono móvil se perdería el azar de sus encuentros y desencuentros.

Las calles del aire no quiere ser una novela social. Es un libro de aventuras y una poética de la gran ciudad. He tardado cuatro años en escribir el libro y otros cuatro en publicarlo. Durante esos cuatro años últimos hice infinidad de copias para enviarlas a las editoriales. No lograba publicar, pero me convertí en un personaje muy querido y respetado en las tiendas de fotocopias de mi barrio.
En esos cuatro últimos años pude oír opiniones de todo tipo. Había los que descalificaban el libro como costumbrista. No entiendo por qué Salinger puede hablar de Central Park y ser un genio, pero si yo hablo del Retiro soy un costumbrista. Otros hablaban de la novela realista. Pero Las calles del aire no es una novela realista. Hoy día, la realidad ha superado a la ficción y hasta a la ciencia ficción.  Para reflejar la sociedad que vivimos habría que volver a escribir novelas del estilo de 1984 o Un mundo feliz. Pero incluso esas obras han quedado desfasadas por la realidad.
Las cosas siguen cambiando, y quizá nuestra única alternativa sea profundizar cada vez más en los sentimientos y en el interior de nuestros personajes.

 

 
Alvin Lee. Nottingham, UK, 19 de diciembre de 1944 - Estepona, España, 6 de marzo de 2013

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