sábado, 15 de abril de 2017

MADRID EL REGRESO





















Después de un mes de monte y verde, de mares y ríos, la ciudad se me aparecía como varada en el desierto, con su extraña luz naranja, con sus casas de ladrillo, con sus alrededores de trigo. Había un silencio total  mientras ya en el coche recorríamos una calle junto a un parque, un chino sentado pacíficamente a las puertas de su comercio, un silencio apaciguador y a la vez insidioso... Sólo que ya no esperaba nada de la ciudad. Recordaba otros regresos, de joven, en que las calles parecían abrirse y ofrecer amigos, chicas, trabajos. El cielo azul, la cerveza bajo los árboles, el sol alumbrando carteles de conciertos en los muros. Pero luego todo quedaba en nada y esperábamos en vano mientras la ciudad como una niebla nos engullía, nos arrastraba y todo se nos iba de las manos.




 
 

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