lunes, 19 de agosto de 2019

PINILLA/HOUELLEBECQ


Verdes valles, colinas rojas 1. Leyendo el tomo 1 de la trilogía pensaba a ratos continuar con los otros dos, luego “bueno, pero más adelante”, luego “mejor no”… “ni se te ocurra…”, y aun así sigo hasta la página final (750) buscando en las 50 últimas una expectativa, un anticlímax, una promesa de continuidad, algo para seguir leyendo… finalmente arrojo el tocho a un lado y respiro.
Como dice un colega mío que también se lo ha leído: “No quiero más de esto”.
Con 300 páginas menos el libro habría valido, porque hay destellos en esta Euskalherria faulkneriana, con los habitantes de los milenarios caseríos y su interacción con los maquetos de las minas de la margen izquierda. El marco es apasionante, pero el conjunto infumable.
Pinilla es lento, repetitivo hasta la irritación, no discrimina, no tiene, ni quiere tener, ese detector de mierda del que hablaba Hemingway, tan necesario para podar…
Pinilla no sabe aislar lo que vale y jode así su propia creación, encenagando al lector y asfixiándolo. Has perdido, Ramiro.
Lo mejor la portada.

  
Hoeullebecq- Tiene gracia este Hoeullebecq, enfant terrible de las letras francesas, penúltimo escritor laureado, como el negativo canalla de un André Malraux (Francia aún cree en la literatura).


Serotonina es un relato de la depresión, del hastío y del nihilismo, pero contado con gran agilidad. Los protagonistas de Hoeullebecq son siempre sus alter egos, peña que va de retirada, con la cuenta corriente suficiente para protegerse del abismo, aunque la pasta se vaya gastando fútilmente en medio de la desidia, la soledad y el aburrimiento –pero un aburrimiento que resulta mucho más entretenido que el “realismo mágico” de Pinilla. Yo creo que Hoeullebecq disfruta y al tiempo odia el mundo que describe- nuestro mundo de tarjetas de crédito, restaurantes, apartahoteles, los bugas y las putas caras. Aprovecha las ventajas de una civilización que a la vez le asquea. Muy cínico y muy romántico, es difícil no engancharse con este personaje, a ratos brutal y a ratos conmovedor, que le vale a MH, narrador doblado de ensayista, para vomitar su mala hostia contra todo, Europa, Bruselas, la globalización, algunas mujeres, la normativa o la cruzada antitabaco.



5 comentarios:

  1. De acuerdo con los edictos Asis. Yo lo acabe exhausto, queda por escribir la gran novela vasca del choque cultural. El Intruso de Blasco Ibañez se aproxima y Cacereño de Guerra Garrido, es interesante (no al final), ahí tienes un tema... Sobre MH que decir ... el hastío productivo , nunca había visto fotos suyas , alucinante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué tal JA... Hoy paso por la biblioteca pública y veo que el tomo 3 de Pinilla lo han sacado como... 50 personas!!! Masoquismo puro y duro, o es que al final el viejo Ramiro produce adicción retroactiva. Yo he preferido coger algo de Baroja, Bukowski, Bolaño,,, a la espera del próximo Houellebecq. Un abrazo!.

      Eliminar
    2. Me falta por leer Cacereño, creo que anda un ejemplar por Bilbao. Lo tengo pendiente...

      Eliminar
  2. hola Asís

    el establishment comenzó a encumbrar a Pinilla cuando publicó la famosa trilogía, tras lo cual recibió premios prestigiosos y Tusquets empezó a recuperarlo con grandes fastos

    me provocan curiosidad las ciegas hormigas y seno, Nadal 1960 y finalista Planeta 1971 respectivamente, cuyas páginas sumadas por cierto son bastantes menos que las de la tierra convulsa

    fanático de Pinilla es Aramburu, que llegó a pedir que le concediesen el Premio Cervantes ...

    Houellebecq, de partida, parece suscitar mucho más interés

    ResponderEliminar