Abriendo
mucho los ojos, y moviendo las manos, cabeceando en todas las direcciones… Lo de
los carnavales me parecía una cosa como muy gestual y sobreactuada. Pero hay
que verlo en directo para entenderlo mejor, pisha.
Abriéndote
paso en ese laberinto de callejones, tacita de plata, y los gaditanos más
serios que nunca, solemnes incluso a pesar de las pelucas y coloretes, acabas
cantando los estribillos (no los voy a reproducir porque hay que vivirlo en
diresto, quillo).
La
política y la cosa zezual (sexual), el shosho principalmente, expuesto a las
crudas o en metáforas que reflejan todo el espectro de moluscos bivalvos de la
bahía. Por lo que parece que en la vieja ciudad liberal y antiquísima se folla,
más bien, poco. Pero tienen coña -nunca mejor dicho- los cantares populares describiendo frustraciones
y deseos reprimidos…
Las
chirigotas tienen su parte de cashondeíto y de malahe, pero en las últimas
estrofas los gaditanos parece que se quitan el antifaz y expresan sus mejores
deseos (no perder la sonrisa, que no haya hambre en el mundo, que se acaben las
guerras, etc).
–por
aquellos callejones andaba el Kichi tratando de escapar de chirigota a
chirigota, expuesto a coplillas mil –cómo te pueden votar, si es que no haces na,
quillo.
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