jueves, 10 de enero de 2019

DE PASO


Alguna vez yendo de viaje al parar en un pueblo perdido entrábamos en el bar y nos hablaban con tanta familiaridad que alucinábamos. ¿Vosotros de quién sois? ¿Sois del Mamerto? ¿De la Juliana? Con tanto cariño que daban ganas de decir que sí, de quien hiciera falta, que éramos hijos del pueblo que regresábamos tras conocer mundo. El caso es que tampoco torcían el gesto cuando les decíamos que íbamos de paso. Todo está bien, pero sin idealizar, pues otras veces salía el tío de la vara y entonces tocaba salir zingando. Pero qué bonito sería tener la bicicleta en la puerta, y los perros, y salir a recorrer las calles tirando de cajetilla como quien no quiere la cosa...



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