miércoles, 7 de junio de 2017

EL SARGENTO PIPER

 
Con esto del aniversario estaba oyendo el Sgt Pepper de los Beatles. Ni idea de dónde andará aquel poster/cuadro que descolgué y me llevé en un pub de los bajos de Aurrera, a espaldas de los gorilas de la puerta. Pol tol morro. Aquel peazo portada en la que aparecía lo más de lo más del mundo mundial, desde Bob Dylan a H. G. Wells, desde Tarzán a Rousseau… Y también junto a los nuevos Beatles jipiosos y multicolores, los viejos Beatles, los Beatles primeros con sus chaquetas pobres de Liverpool –un desdoblamiento como de tebeo de Marvel.
 

 
Aceptemos la división de la fulgurante, y a la vez profunda, historia de los Beatles, en dos etapas –división propiciada por los antológicos disco rojo y azul.
 
La  primera es, dicen, la de la frescura, ingenuidad y espontaneidad. La segunda, dicen los mismos, es más consciente, e incluso pretenciosa y pedante, por influjo del guru majarahi… Para otros, sin embargo, ésta es la buena, la primera es un pop intrascendente.

 
Intermedio desmificador: Un amigo me contó que en un viaje a Londres puso en la juke box de un pub varios temas de los Beatles y la parroquia le miraba con odio, como si aquí ponemos a to trapo a Manolo Escobar. Que les den por culo a los ingleses…
 
 
Hay algo adánico y puro en los Beatles, a pesar de las influencias musicales que se les señalan –la más notoria es que Bob Dylan les dio un porro-. A lo mejor por eso están ahí, intocados sus discos en un rincón de la estantería, como aparte de todo.
Yo creo que en ambas etapas despiden una luz como no despiden los demás grupos, y eso fue lo que debió de ver el guru majarahi, que se dio con un canto en los dientes…Ellos, ellos fueron quienes nos mostraron caminos a seguir, y no el gurú de las narices, que lo único que quería era pasta.


Pero si hay que decantarse… Para mí lo mejor está en la segunda, pero, reminiscencias aparte, no en el Sargento Peppers –certificado con unanimidad extraña como su mejor disco-, sino en el final del grupo. Años en los que cada uno entraba por su lado al estudio, y sin embargo la denominación de origen, o una cadena invisible que les unía, sacaba lo mejor de ellos mismos.



En la cara b del Abbey Road, con esa tirada de canciones seguidas de Mc Cartney.
En Let it be, como un boceto de lo que podían haber seguido siendo.
En el disco blanco con Harrison demostrando lo que era capaz de hacer y que jamás volvió a repetir en solitario. Con Lennon envuelto en Dear Prudence.



¿Y Ringo? Bueno, Ringo estaba ahí para demostrar que 1+1+1+1 a veces son mucho más que cuatro.




 

4 comentarios:

  1. El póster del que hablas no te lo llevaste de un pub. Era un garito bastante cutre en el que atendía sólo un individuo ya maduro que freía hamburguesas en una chapa mugrienta. Por supuesto, no había gorilas en la entrada. Lo sacaste del local sujetándolo debajo de la cazadora o chaquetón,no recuerdo bien, aunque asomaba por todos lados. Hace ya mucho tiempo de eso.

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  2. Tú debes de ser Dani Salamanca!
    Creo que era en La Calandria o así, sí había gorilas pero en ese momento miraron para otro lado, casualmente o with a Little help from my friends

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  3. En efecto, soy Dani. De verdad que no me acuerdo de los gorilas, pero puede ser. Un abrazo muy fuerte, Asís.

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  4. abrazo trough the past darkly

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