Con
esto del aniversario estaba oyendo el Sgt Pepper de los Beatles. Ni idea de
dónde andará aquel poster/cuadro que descolgué y me llevé en un pub de los
bajos de Aurrera, a espaldas de los gorilas de la puerta. Pol tol morro. Aquel
peazo portada en la que aparecía lo más de lo más del mundo mundial, desde Bob
Dylan a H. G. Wells, desde Tarzán a Rousseau… Y también junto a los nuevos Beatles jipiosos y multicolores, los
viejos Beatles, los Beatles primeros con sus chaquetas pobres de Liverpool –un
desdoblamiento como de tebeo de Marvel.
Aceptemos
la división de la fulgurante, y a la vez profunda, historia de los Beatles, en
dos etapas –división propiciada por los antológicos disco rojo y azul.
La primera es, dicen, la de la frescura,
ingenuidad y espontaneidad. La segunda, dicen los mismos, es más consciente, e
incluso pretenciosa y pedante, por influjo del guru majarahi… Para otros, sin
embargo, ésta es la buena, la primera es un pop intrascendente.
Intermedio
desmificador: Un amigo me contó que en un viaje a Londres puso en la juke box
de un pub varios temas de los Beatles y la parroquia le miraba con odio, como
si aquí ponemos a to trapo a Manolo Escobar. Que les den por culo a los
ingleses…
Hay
algo adánico y puro en los Beatles, a pesar de las influencias musicales que se
les señalan –la más notoria es que Bob Dylan les dio un porro-. A
lo mejor por eso están ahí, intocados sus discos en un rincón de la estantería,
como aparte de todo.
Yo
creo que en ambas etapas despiden una luz como no despiden los demás grupos, y
eso fue lo que debió de ver el guru majarahi, que se dio con un canto en los
dientes…Ellos, ellos fueron quienes nos mostraron caminos a seguir, y no el
gurú de las narices, que lo único que quería era pasta.
Pero
si hay que decantarse… Para mí lo mejor está en la segunda, pero,
reminiscencias aparte, no en el Sargento Peppers –certificado con unanimidad
extraña como su mejor disco-, sino en el final del grupo. Años
en los que cada uno entraba por su lado al estudio, y sin embargo la
denominación de origen, o una cadena invisible que les unía, sacaba lo mejor de ellos
mismos.
En
la cara b del Abbey Road, con esa tirada de canciones seguidas de Mc Cartney.
En
Let it be, como un boceto de lo que podían haber seguido siendo.
En
el disco blanco con Harrison demostrando lo que era capaz de hacer y que jamás
volvió a repetir en solitario. Con Lennon envuelto en Dear Prudence.¿Y Ringo? Bueno, Ringo estaba ahí para demostrar que 1+1+1+1 a veces son mucho más que cuatro.
El póster del que hablas no te lo llevaste de un pub. Era un garito bastante cutre en el que atendía sólo un individuo ya maduro que freía hamburguesas en una chapa mugrienta. Por supuesto, no había gorilas en la entrada. Lo sacaste del local sujetándolo debajo de la cazadora o chaquetón,no recuerdo bien, aunque asomaba por todos lados. Hace ya mucho tiempo de eso.
ResponderEliminarTú debes de ser Dani Salamanca!
ResponderEliminarCreo que era en La Calandria o así, sí había gorilas pero en ese momento miraron para otro lado, casualmente o with a Little help from my friends
En efecto, soy Dani. De verdad que no me acuerdo de los gorilas, pero puede ser. Un abrazo muy fuerte, Asís.
ResponderEliminarabrazo trough the past darkly
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