martes, 12 de marzo de 2019

RECONOCIMIENTO 1. HIJO DEL VIENTO

Cuando llego al parque de bomberos, a los barracones donde se hará el reconocimiento médico, me encuentro a los compañeros apelotonados, frente a una de las casetas. Desde la puerta un tío con barbas y gafas habla como desde un púlpito. “Será mejor que nos organicemos, si no nos pueden dar las seis de la tarde” (son las ocho de la mañana) “si va todo bien acabáremos sobre las tres o tres y media”. Le digo al tío: “Pero ¿por qué?, otros años nunca hemos acabado tan tarde”. Lo he dicho al aire, y el de las barbas se desconcierta un momento… Mientras algunos me explican que se trata de una empresa médica nueva, con menos personal y bla bla bla, diviso detrás del barbas a F, la técnica de la Comunidad de Madrid, que me clava una mirada asesina, y opto por callarme.
Justo en ese momento vemos acercarse al Hijo del Viento. Ha envejecido bastante de un año a otro, como si le hubiera llegado su hora, ha engordado, y con las melenas negras de indio y una barba blanca como de Odín, más bien parece el Padre del Hijo del Viento. (Si esto fuera una serie, una saga mitológica, habría pasado a ser un secundario en esta temporada, siendo ahora los hijos los protagonistas, los verdaderos hijos del viento –caso de que este elenco se renovara, pero eso parece que no…) Por suerte para mí, desvía la atención, pasando por delante del de las barbas y de la técnico se cuela en la caseta donde esperan las practicantes para pincharnos para la analítica, y empieza a montar un pollo, que esto no puede ser, no pienso dejarme pinchar, llamar al encargado, quiero hablar con el encargado… La técnico y el de las barbas le dan por imposible, pero ya ha logrado poner de los nervios a las practicantas, tensionarlas para que practiquen con nosotros la subsiguiente escabechina.

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