La
ponen muchas veces, The warriors de Walter Hill, en uno de esos canales de
películas, y siempre me engancho a ella, porque tiene algo hipnótico, el
recorrido de esos pandilleros de barrio por la noche de Nueva York. Huyen de
otras bandas o de la poli, se dispersan, atraviesan a la carrera los parques
oscuros, se pelean con navajas, unas pandilleras que les invitan a una fiesta
también quieren al final cargárselos… Su huida hasta el amanecer tiene algo de
coreografía y se desliza como un sueño, pero es una pesadilla que se sabe que
terminará bien, enseguida se va viendo que los macarrillas salen librados de
todas…
He
leído que Walter Hill se inspira en un libro de Jenofonte, Anábasis o la
expedición de los 300, no lo conozco porque no me van los clásicos, aunque
éste invita... Walter Hill hizo pelis buenas por entonces: El luchador, Southern comfort, Forajidos de leyenda, donde los hermanos Carradine interpretaban a Jesse
James y sus hermanos… No digo que fuera la hostia, pero tenía
películas bien engrasadas y un estilo personal. También ayudaban las bandas
sonoras, con esos guitarrazos amortiguados de Ry Cooder.
Pero
en algún momento Hill se convirtió en Gil, Calles de fuego, Límite 48 horas o
por ahí, como que le envolvió el colorín y plástico de los 80 y ya entró en
modo videoclip. La última suya que he visto era una con Stallone, Una bala en
la cabeza creo que se llamaba, una mierda donde a cada disparo correspondía una
explosión de casquería.
Hace
un par de noches han puesto otra de Walter Hill, Driver, una película que
llevaba una vida queriendo ver, desde aquel cartel aparecido en la infancia en
los muros de la Alhóndiga, entonces almacén de vinos. Tantos años después no me
ha decepcionado, quizá porque ya no esperaba nada de ella…
El
protagonista es Ryan O, Neal, famoso entonces, malogrado después por la
farlopa y por la farra (Fawcett Majors). Aquí O, Neal hace de driver, y lo hace muy bien, el conductor
veloz, vertiginoso, contratado por los chorizos para salir de naja tras sus
golpes. Un personaje enigmático y esquivo, tranquilo y a veces duro y borde -como
para despiazar el coche de unos malotes con los que no quiere trabajar y que se
lo han dejado a modo de prueba…
El
guión es bastante básico –los polis malos obligan a unos manguis a convencer a
driver para dar un palo a un banco y cogerle con las manos en la masa. Tambien
sale una prostituta bondadosa que habla todavía menos que Ryan O, Neal, luego hay
dos llaves de consignas distintas en una estación de tren, a fin de hacer la
13/14 con la maleta buena y la maleta con periódicos… Todo cogido por los pelos,
pero la peli funciona, con sus persecuciones y peleítas. Y sin efectos
especiales, sin musicón vara, muchas secuencias se desarrollan en silencio, ese
elegante silencio típico del cine de los 70.
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