jueves, 14 de diciembre de 2017

DOS PELIS DE WALTER HILL



La ponen muchas veces, The warriors de Walter Hill, en uno de esos canales de películas, y siempre me engancho a ella, porque tiene algo hipnótico, el recorrido de esos pandilleros de barrio por la noche de Nueva York. Huyen de otras bandas o de la poli, se dispersan, atraviesan a la carrera los parques oscuros, se pelean con navajas, unas pandilleras que les invitan a una fiesta también quieren al final cargárselos… Su huida hasta el amanecer tiene algo de coreografía y se desliza como un sueño, pero es una pesadilla que se sabe que terminará bien, enseguida se va viendo que los macarrillas salen librados de todas…





He leído que Walter Hill se inspira en un libro de Jenofonte, Anábasis o la expedición de los 300, no lo conozco porque no me van los clásicos, aunque éste invita... Walter Hill hizo pelis buenas por entonces: El luchador, Southern comfort, Forajidos de leyenda, donde los hermanos Carradine interpretaban a Jesse James y sus hermanos… No digo que fuera la hostia, pero tenía películas bien engrasadas y un estilo personal. También ayudaban las bandas sonoras, con esos guitarrazos amortiguados de Ry Cooder. 




Pero en algún momento Hill se convirtió en Gil, Calles de fuego, Límite 48 horas o por ahí, como que le envolvió el colorín y plástico de los 80 y ya entró en modo videoclip. La última suya que he visto era una con Stallone, Una bala en la cabeza creo que se llamaba, una mierda donde a cada disparo correspondía una explosión de casquería.


Hace un par de noches han puesto otra de Walter Hill, Driver, una película que llevaba una vida queriendo ver, desde aquel cartel aparecido en la infancia en los muros de la Alhóndiga, entonces almacén de vinos. Tantos años después no me ha decepcionado, quizá porque ya no esperaba nada de ella…





El protagonista es Ryan O, Neal, famoso entonces, malogrado después por la farlopa y por la farra (Fawcett Majors). Aquí O, Neal hace de driver, y lo hace muy bien, el conductor veloz, vertiginoso, contratado por los chorizos para salir de naja tras sus golpes. Un personaje enigmático y esquivo, tranquilo y a veces duro y borde -como para despiazar el coche de unos malotes con los que no quiere trabajar y que se lo han dejado a modo de prueba…



El guión es bastante básico –los polis malos obligan a unos manguis a convencer a driver para dar un palo a un banco y cogerle con las manos en la masa. Tambien sale una prostituta bondadosa que habla todavía menos que Ryan O, Neal, luego hay dos llaves de consignas distintas en una estación de tren, a fin de hacer la 13/14 con la maleta buena y la maleta con periódicos… Todo cogido por los pelos, pero la peli funciona, con sus persecuciones y peleítas. Y sin efectos especiales, sin musicón vara, muchas secuencias se desarrollan en silencio, ese elegante silencio típico del cine de los 70. 




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