Autómatas redactan nuevo informe
sobre el progreso. ¿Qué progreso? En este caso, el
soterramiento de las vías de la Estación del Norte (ahora Abando le disen) y la construcción de viviendas,
mil pisos o nada, una inversión golosa para el centro de la ciudad mismo.
La
operación se vende para también gentrificar
San Francisco y aledaños, proyecto que parecía imposible pero ya se está
llevando a cabo –aunque no creo que se consiga nunca del todo porque la esencia
de las calles y de las cosas siempre se resiste a desaparecer.
Estéticamente
será un error y un horror, porque la estación vieja y grande da mucha
personalidad a la zona y mucha perspectiva. A mí me parece muy vanguardista,
aunque sea vanguardista del siglo veinte. Pero más de Joyce que de Unamuno. La
calle Hurtado de Amézaga tiene algo de corredor abierto entre el monte y el
cielo.
A
mí me jode que tapen esos muelles porque de chico he andado mucho por ellos. Era
una tierra de nadie con gatos y ferroviarios*, y en las noches de verano se
veían muy bien los fuegos artificiales. Eso más por la parte de Bailén. Al otro lado, dando a Hurtado Amézaga, estaba la
locomotora Izarra, caballo de hierro y roña en el que nos sentábamos a fumar,
pintada de rojo y de verde.
Otra
tarde que estábamos fumando en un vagón varado y polvoriento apareció una
especie de revisor con gorra de plato –un tipo siniestro rescoldo del más puro
franquismo- que nos acojonó blandiendo una porra flexible. En aquellos años no
había protección a la infancia y te llevabas una hostia por nada.
No
sé tampoco qué pasará con ese pedazo vidriera bajo la cúpula de la estación,
una ilustración guapa del mundo vasco con regatas y pelotaris, con iglesias y
con bueyes. Desde aquellos andenes veíamos cómo las vías se hundían en un túnel
oscuro y desaparecían misteriosamente hacia el futuro.
*Quise llevarme uno negrito, salido de días de la camada, pero me lo arrebataron los ferroviatas.
Recuerdo haberme colado en un tren que salía de esa estación hacia Madrid (hoy impensable)debajo de una litera y la locomotora''IZARRA''de la que mi abuelo Marcelino,mecánico de la renfe decía''conozco hasta el último tornillo''
ResponderEliminarEspero que no la soterren da mucha personalidad y una apertura que desahoga al botxo.
¡Ese coleguita!
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