Madrid
ha construido su ser despreciando un tanto a sus habitantes. Palacio, gobierno,
parecía que no tenía vida propia (tardó mucho y tuvieron que surgir las teles
autonómicas y privadas para que hubiera “información local” de Madrid, como de
cualquier otro sitio). Madrid no existía, era un agujero negro en mitad de
Castilla.
Ciudad
poco colectiva, esa falta de arraigo hace que proliferen las franquicias y que
los viejos cafés sean reciclados en oficinas bancarias.
La
lección de euskera que decía Aita Koldo, el cura gordo del colegio:
¿Non
dago Mikel? Mikel Bilbon dago.
¿Non
dago Peru? Peru ez dago Bilbon, Peru Madriden
dago.
Y
en la última frase agitaba la mano en el aire, con ademán lejano y
despreciativo.
Madrid,
poblachón manchego (Azorín). Madrid es una mezcla de Texas y Navalcarnero
(Cela). Madrid es meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie en el
mundo (Ramón Gómez de la Serna).
A
Madrid le salvaba el agua, pero ahora viene con cloro. A Madrid le salvaba el
cielo, pero ahora está lleno de mierda.
La lluvia de Madrid es más triste que la del norte.
No
se tiene nostalgia de Madrid porque parece que permanecerá y siempre estará
aunque sea una ciudad de aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario