Yo
como Stephen King, frase promocional: “entré a una librería y me llevé todo lo
que había de Elmore Leonard”, lo mismo hice en el vips que estaban dos por un
euro o así- ya en su época de novela
negra, o novela urbana, con personajes cínicos, valientes y con
desparpajo. El primero que leí era un librito raro, Touch, creo, que iba de un
nota que se convierte en ángel o de un ángel que baja a la tierra y le cortan
las alas. Luego leí otro que se llamaba Bandidos. No hace mucho, pero todavía
vivía Elmore Leonard, alimentando el mito de escritor alimenticio.
Era
entretenido lo suyo, muy picado y muy dialogado. Salvando distancias siderales
a mí me recordaba al mejor Baroja, al de los sucedidos y aventuras, al de “esto
va así por mis cojones”. En Elmore Leonard había también vacíos argumentales,
incongruencias, premisas faltas, pero a partir de ahí todo corría que se mataba
personajes diálogos situaciones acción
…y
me daba cuenta de que la trama es un andamiaje en los escritores que más me
gustan, la argamasa para sujetar todo lo demás, todo lo que cuenta. En estas
novelas eran los diálogos los que hacían avanzar la acción, como a veces en
Hemingway. Pero tampoco entre los libros que más me han gustado, que son libros
de prosa compacta como la recherche o on the road, tampoco importa la trama, si
es que hay trama más que el viaje interior/exterior, lo que te pasa por la
cabeza, lo que te pasa por la ventanilla del coche
De
ahí a decir que Elmore es el gran narrador americano hay un paso, pero los
críticos y los snobs siempre tienen que recuperar a algún raro para ensalzarlo.
Ahora con la revalorización de los géneros populares va a resultar que todo lo
demás es un peñazo, y eso tampoco.
He sacado de la biblio unos cuentos de Elmore Leonard, cuentos del oeste, que fue lo que empezó el tío, con guiones y cosas. Estos cuentos son sencillos y fluidos, sin demasiadas complicaciones psicológicas, de momento sin épica, a veces previsibles, los forajidos atrapados en una mina pues qué van a hacer los pobres si no matarse entre ellos.
Me
imagino que en esa línea irían las novelitas de Bruguera de Estefanía, que
llamábamos despectivamente noveluchas de portero- qué mal suena eso, ¿no?, qué
políticamente incorrecto, siendo además que al correr de los años uno ha hecho
tantas veces de portero, y hasta de portera.
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