domingo, 1 de abril de 2018

ELMORE LEONARD


Yo como Stephen King, frase promocional: “entré a una librería y me llevé todo lo que había de Elmore Leonard”, lo mismo hice en el vips que estaban dos por un euro o así- ya en su época de novela  negra, o novela urbana, con personajes cínicos, valientes y con desparpajo. El primero que leí era un librito raro, Touch, creo, que iba de un nota que se convierte en ángel o de un ángel que baja a la tierra y le cortan las alas. Luego leí otro que se llamaba Bandidos. No hace mucho, pero todavía vivía Elmore Leonard, alimentando el mito de escritor alimenticio.



Era entretenido lo suyo, muy picado y muy dialogado. Salvando distancias siderales a mí me recordaba al mejor Baroja, al de los sucedidos y aventuras, al de “esto va así por mis cojones”. En Elmore Leonard había también vacíos argumentales, incongruencias, premisas faltas, pero a partir de ahí todo corría que se mataba personajes diálogos situaciones acción


…y me daba cuenta de que la trama es un andamiaje en los escritores que más me gustan, la argamasa para sujetar todo lo demás, todo lo que cuenta. En estas novelas eran los diálogos los que hacían avanzar la acción, como a veces en Hemingway. Pero tampoco entre los libros que más me han gustado, que son libros de prosa compacta como la recherche o on the road, tampoco importa la trama, si es que hay trama más que el viaje interior/exterior, lo que te pasa por la cabeza, lo que te pasa por la ventanilla del coche



De ahí a decir que Elmore es el gran narrador americano hay un paso, pero los críticos y los snobs siempre tienen que recuperar a algún raro para ensalzarlo. Ahora con la revalorización de los géneros populares va a resultar que todo lo demás es un peñazo, y eso tampoco.


He sacado de la biblio unos cuentos de Elmore Leonard, cuentos del oeste, que fue lo que empezó el tío, con guiones y cosas. Estos cuentos son sencillos y fluidos, sin demasiadas complicaciones psicológicas, de momento sin épica, a veces previsibles, los forajidos atrapados en una mina pues qué van a hacer los pobres si no matarse entre ellos.


Me imagino que en esa línea irían las novelitas de Bruguera de Estefanía, que llamábamos despectivamente noveluchas de portero- qué mal suena eso, ¿no?, qué políticamente incorrecto, siendo además que al correr de los años uno ha hecho tantas veces de portero, y hasta de portera.





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