lunes, 14 de noviembre de 2016

OBARENES

Cellórigo



Llegamos en el mediodía al pueblo vacío, el “balcón de la rioja. Las piedras suspendidas sobre el pueblo con inminencia de caída. Hay una pareja de gitanos portugueses esperando la vendimia, muertos de aburrimiento., que se acercan a la fuente a parlamentar. La mujer se sienta en un banco con elegancia natural, silenciosa y bella como una matrona. El gipsy, parecido a Ron Wood, cuántos años tendrán estas piedras, se pregunta y se responde con acento portugués, de antes de la guerra mundial. Imagina que se caen. Pues se acabó el pueblo, digo. Wood en un momento dado se enfada, víctima de su propio aburrimiento, y se va al banco a sentarse con su mujer, al final es el hijo el que nos conducirá monte arriba, le encontramos tumbado en un banco de lo alto del pueblo, colgado del móvil,  “hablando con las chicas” por facebook, está al lado del ayuntamiento, cerrado pero que tiene wifi. Nos lleva por un sendero hacia los pedrolos, arriba dice hay una cuerda, para coronar la cumbre de piedra hay una cuerda que han debido colocar unos escaladores pero acojona subir a pulso, las piernas, los pies apoyados en la piedra pero la espalda colgando horizontal en el vacío. No hace falta subir del todo para ver desde allí la continuación de los montes Obarenes, al otro lado de la carretera de Burgos, la carretera tan transitada en los viajes entre las dos ciudades, pero nunca así en un golpe de vista, limitada hacia el sur por las rocas de Pancorbo, hacia el norte el desfiladero de Subijana


Jokin y Maikol, el guía nativo

peñas arriba

balcón de la Rioja

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