EL
VIGILANTE DIJO:
Lo
que no sabéis vosotros es que el parque de atracciones, aunque parecía cerrado todos estos años, seguía
manteniendo sus actividades por dentro…, Se guardaba allí un disco duro con
copia de todos los documentos de Hacienda. Allí subía la ertzaina a hacer
ejercicios de tiro y a entrenar los perros, luego los bomberos hacían pruebas
de excarcelaciones, tenían allí toda la maquinaria. Había también una flota de
autobuses de Bizkaibus, por si se daba el caso de evacuaciones masivas, cuando
estaba la ETA… Teníamos un acuerdo de confidencialidad por el que no podíamos
contar nada. Pero bueno, ya da un poco igual, ¿no?, estos días empiezan a
derruirlo.
Y
pegó un trago al gin tonic. El bar era muy viejo, en un remanso de las
escaleras de Ollerías, con luz verdosa y latas de conservas en estanterías de
madera. El vigilante mantenía el tipo de vigilante, erguido junto a la barra, ataviado
con una especie de anorak rojo, que hacía juego con el color de su pelo y
barba. A sus pies retozaba un perrillo grande y joven, un pastor vasco.
Lo
peor eran las nevadas. Alguna noche avisaba al compañero para que no
subiera y así no tener que bajar yo…doblaba el turno pero era arriesgarse mucho
bajar aquella pendiente con hielo hasta la carretera de Artxanda y allí
incluso, una vez que patinó el coche me salvé por el quitamiedos…
Luego
la gente que entraba a robar, bandas de rumanos que venían armados, y no
podíamos tener perros fieros, imagínate que entra un niño y le destroza, los
perros eran como éste o más mansos… así que casi estorbaban entonces porque te
delataban, había que moverse en la oscuridad sin linternas para que no te
localizaran, yo tenía una pistola de fogueo con la que disparaba desde varios
puntos y los tíos salían corriendo, pero subían muchos, la cantidad de hilo de
cobre que podía salir de allí…
Molamazo
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