martes, 25 de octubre de 2016

RIOJA

 

De día dejar el pueblo atrás, salir por la carretera atestada de peregrinos hacia la tierra roja de las viñas, a los ríos de montaña y a los pueblos sumergidos. De noche las callejas de caserones dormidos, la carrera de los gatos, los escaparates sin luz tras los que acechan los zapatos como cangrejos y cuelgan las chaquetas borrachas. Cruzar el puente sobre el negro río, despertar a las imágenes iluminadas de las ermitas, coger los caminos de tierra entre polígonos, encendiendo a nuestro paso una constelación de ladridos, un eco de perros enfrentados en su lejanía, lejos del resplandor de las casas mirar el cielo limpio buscando la estela de estrellas fugaces a las que pedir deseos imposibles.

 
Santo Domingo
caserón/discoteca abandonado


un fantasmas cuida las viñas


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