Extraño
pueblo este Lajares, un conjunto de casas al hilo de una carretera, de paredes
blancas estampadas de grafittis o letras de colores chillones anunciando…
pizzerías, ciber, etc.
La
población local ha sido desplazada por hippies, surferos, en general “gente
enrollada”, encantados de mirar y de dejarse ver, sonrientes ante las nuevas
caras, quizá aburridos de ver siempre las mismas y deseosos por ello de
entablar amistad.
Entre
los hippies se encuentran bastantes de los que, entre el pueblo de Madrid, se denominan “costras”, por
su indumentaria descuidada, falta de higiene, etc.
Había
también –este mediodía, donde estábamos comiendo- una pareja de gallegos de
mediana edad, ella bastante borracha, que cantaba –desafinando, con gallos que
herían los tímpanos- acompañando a un guitarrista local, un viejo enjuto
llamado Casimiro, que contaba con aparente modestia:
-En
mi pueblo el ayuntamiento me ha hecho este año dos homenajes, dos distintos,
eh… pero yo no me merezco nada.
En
un momento que me he acercado a la barra, Casimiro, rasgueando la guitarra, me
ha dicho (como quien no quiere la cosa):
-Hoy
estoy tocando muy bien, ¿eh?
-Muy
bien, muy bien- le he apoyado.
Antes
de que se rompa toda la cristalería y toda la vajilla del establecimiento, el
gallego tiene un momento juicioso de mandarle a la mujer a casa. El gallego,
que es un híbrido extraño de condottiero hemingwayano –moreno de piel, barba
blanca, pelo blanco- aprovecha para decirle a la chica del bar:
-Rosita
(o Marujita), estoy enamorado de ti, eres la más guapa de este pueblo, vente
conmigo a Galicia.
-No,
no me gusta Galicia, porque hace frío.
-Hace
frío…, pero no mucho frío.
(Podía
haber dicho simplemente: “Bah, no te creas, no es para tanto”; pero con esta
adversativa es como si quisiera significar: “Sí, sí que hace, pero no te
preocupes, lo vamos a pasar tan bien que no nos enteraremos”)
diarios,2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario